El primer caballero
Marcelo Pitarque
Siempre hay una primera vez
Las imágenes que pueblan nuestra iconósfera como refiere Roman Gubern, generalmente conforman un gran aluvión de representaciones donde casi todo pasa desapercibido o resulta irrelevante, una más de las tantas que existen de manera casi idéntica se superponen unas a otras para contarnos lo mismo, o muchas veces nada, generando un aporte insignificante al enorme montón de fotografías que se consumen a diario.
“Parece obvio que padecemos una inflación de imágenes sin precedentes. Esta inflación no es la excrecencia de una sociedad hipertecnificada sino, más bien, el síntoma de una patología cultural y política, en cuyo seno irrumpe el fenómeno postfotográfico. La postfotografía hace referencia a la fotografía que fluye en el espacio híbrido de la sociabilidad digital y que es consecuencia de la superabundancia visual. Aquella aldea global vaticinada por Marshall McLuhan se inscribe ahora en la iconósfera, que ya no es una mera abstracción alegórica: habitamos la imagen y la imagen nos habita”. [1]
![](https://static.wixstatic.com/media/16a079_61447c531abe4b87aebe2b402727ee0f~mv2.jpg/v1/fill/w_600,h_400,al_c,q_80,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/16a079_61447c531abe4b87aebe2b402727ee0f~mv2.jpg)
SASCHA STEINBACH (EFE)
Las primera dama francesa, Brigitte Trogneux, turca, Emine Gulbaran Erdogan, estadounidense, Melania Trump, la reina Matilde de Bélgica, la mujer del secretario general de la OTAN, Ingrid Schulerud, la mujer del presidente búlgaro Desislava Radeva, la mujer del primer ministro belga, Amelie Derbaudrenghien, (segunda fila i-d) El marido del primer ministro de Luxemburgo, Gauthier Destenay, la mujer del primer ministro esloveno, Mojca Stropnik, y la primera dama finlandesa, Thora Margret Baldvinsdottir.
Pero eventualmente aparece una imagen que se abre camino entre la gran maraña escópica para consolidarse fuertemente y pasar a interrogarnos y pensarnos y en este caso no es desde el territorio del arte, sino desde el fotoperiodismo. Aunque probablemente tendríamos que definir o redefinir la palabra “arte” para saber de qué estamos hablando, más en estos tiempos donde arte, diseño, autodiseño y política se encuentran de alguna manera relacionados como comenta Boris Groys:
“El problema no es la incapacidad del arte de volverse verdaderamente político; el problema es que la esfera política contemporánea ya está estetizada. Cuando el arte se politiza, se lo fuerza a hacer el desagradable descubrimiento de que la política ya se ha vuelto arte, de que la política ya se ha situado en la esfera estética”. [2]
En Mayo del año 2017 tenía lugar en Bruselas una reunión de los países que conforman la OTAN donde se dieron cita todos los presidentes de los países miembro y sus comitivas. Como una nota de color se hace la fotografía de las esposas de los presidentes, pero esta vez decidió incluirse a GauthierDestenay, esposo de Xavier Bettel, primer ministro de Luxemburgo.
Como fotografía de agencia, en este caso EFE, en pocos minutos la imagen ya estaba en todos los portales de noticias desde donde se hicieron eco los diferentes países y culturas de diferente manera dado el contexto. Desde “foto histórica” donde se resaltó el hecho como un auspicioso primer momento y se dio la bienvenida a la diversidad, hasta el arquitecto Gauthier Destenay, esposo del jefe del Ejecutivo de Luxemburgo, afronta con naturalidad los “patinazos protocolarios” que crea su presencia. Incluso hubo medios que tildaron de gracioso el momento. Todo esto sin explorar los comentarios de lectores al pie de las noticas, porque es en ese lugar donde se observa el poder que tiene la imagen en las personas. Un claro ejemplo de como un político contemporáneo ya no necesita del arte para obtener fama o inscribirse en la historia porque de alguna manera se autodiseña utilizando a los medios que son una poderosa herramienta de producción de imágenes.
Ahora volviendo al lugar del espectador que es el que nos convoca, aparecen en estas imágenes algunos elementos que generan o generaron por lo menos algunas cuestiones como por ejemplo: Alemania también es miembro de la OTAN; ¿podría haber estado en esta foto el esposo de Ángela Merkel? Claramente sí, pero no está presente, por lo tanto el significante toma fuerza propia y las connotaciones empiezan a ajustarse.
No sabemos claramente de quien fue la idea de que Destenay posara junto a las primeras damas, tampoco sabemos si la historia conserva alguna otra foto protocolar de estas características donde algún esposo de alguna primer mandataria haya posado junto al resto de las consortes, el asunto es que esta imagen pasa a constituirse como la primer fotografía de estas características donde aparece un “primer caballero” y ese señor es gay.
Un artículo publicado por diario El País para cubrir el evento, redactado por Alvaro Sanchez, comenta brevemente: “Destenay conoció a Bettel en 2007, cuando este era diputado en el parlamento luxemburgués. En 2010 se convirtieron en pareja de hecho, y en 2014, ocho meses después de que Bettel ganara las elecciones, formalizaron su compromiso con una boda íntima seguida de una recepción para 500 invitados. La prensa no estuvo invitada y sus protagonistas rechazaron ofertas millonarias de revistas de todo el mundo para cubrir el evento”. “ El Parlamento de Luxemburgo legalizó el matrimonio homosexual poco antes de que Bettel asumiera el cargo. El paso adelante lo dio Destenay. "Le pedí matrimonio en 2012. Sabíamos que la ley iba a ser aprobada... Creo que, por mi educación, siempre he sentido la necesidad de casarme"(…)
En nuestro país el matrimonio igualitario descomprimió un tema que históricamente había sido tabú entre otras calificaciones, pero dejando de lado los tiempos de lucha y de persecución hacia personas que elegían de que manera querían disfrutar de su sexualidad, digamos que hoy en día todos contamos con una foto de algún amigo, pariente, conocido que se ha casado con una pareja del mismo sexo y de alguna manera está perfecta y sanamente naturalizado por mas que desde algunos sectores ultraconservadores se lo considere blasfemo. Pero por otra parte, son pocos los países a nivel global que ofrecen la legitimación y la legalidad a estas uniones, y en la mayoría de los casos las parejas se constituyen solamente de hecho.
Los personajes en cuestión ya estaban casados desde hacía tiempo y antes de la foto de Bruselas, Destenay ya era el primer caballero de Luxemburgo, toda la historia pudo haberse leído en la prensa, escuchado en las noticias, pero la certificación y la entidad que le otorgó la fotografía con el aporte lingüístico “primer caballero” fue notable. La foto puso en opinión a todos y como si se hubiera tratado de una novedad, todos opinaron de manera dispar y en algunos casos extraña. La casa blanca en su sitio oficial omitió su nombre en la foto, hecho que no lo hace desaparecer de la imagen, pero claramente nos ofrece una opinión. Por su parte el Vaticano, que rechaza el matrimonio entre personas del mismo género, le dio el mismo tratamiento que al resto de los líderes europeos, no es que el Vaticano haya cambiado pero claramente a la hora del protocolo y negociaciones políticas hicieron la vista gorda.
Ahora quienes no forman parte de comitivas oficiales, el común de la gente quienes también consumimos imágenes, también opinamos y todo esto fue porque alguien tomó una foto, liviana, casual, ilustrativa, nada pretenciosa, ¿o no?
Podríamos apelar si quisiéramos a esas viejas definiciones de la fotografía que la nombraban como un “signo de existencia”, y de alguna manera hoy en tiempos de escenificación y simulacro donde nada parece ser verdad y todo se pone en duda y tensión, esta foto aparece como la certificación clara y contundente de que todo lo que habíamos escuchado, leído o comentado, es verdad y existe y por lo menos en este caso tenemos un documento.
Román Gubern se ocupa del tema en su libro Patologías de la Imagen cuando comenta acerca de la eficacia emocional de las imágenes visuales, de su capacidad turbadora, muy distinto de lo que percibimos a través del oído o de las imágenes que se dan forma cuando leemos.
Algunas veces las imágenes pueden resultar ofensivas. “Pero quienes se sienten ofendidas son las conciencias individuales de aquellos que contemplan las imágenes transgresoras. El sujeto ofendido no es la sociedad, sino las personas, que ante ciertas obras experimentan una turbación que puede ser el preámbulo de la vivencia transgresora. Pero para que una conciencia pueda sentirse ofendida, tal conciencia tiene que haberse configurado previamente con ciertos criterios, del mismo modo que para transgredir unas normas, las normas deben preexistir a la transgresión”.[3]
Es en este lugar que resulta más que interesante comprobar el poder de la imagen figurativa para facilitar el pensamiento crítico, viendo las diferencias de opiniones sociales y personales que suscita. El aporte de una foto que nos convoca desde ese lugar que nos hace sentir que estamos frente al referente certifica la realidad del evento y nos interroga, nos moviliza, nos hace formar parte, nos da la posibilidad no solo de saber sino también pensar, sin importar desde que lugar, tal vez lo importante sea tener la posibilidad de reconfigurar nuestras conciencias en función de esas realidades para muchos incómoda, para otros participativa o auspiciosa.
La fotografía además cuenta con toda otra serie de signos que tienen que ver con las diferencias culturales propiciadas por la presencia de señoras provenientes de diferentes países como por ejemplo la esposa del presidente turco, señora que viste un atuendo que claramente hace referencia a un protocolo religioso, normas dictadas por el islam. Si bien Turquía es uno de los países musulmanes más moderados en tanto disciplina religiosa, seguramente esta imagen debe ser más que turbadora, es probable que ni siquiera hayan comentado el motivo dela presencia de Destenay junto a las damas por tratarse de algo prohibido por su religión. Pero si se quiere en sociedades donde las conciencias individuales han ido evolucionando por un recorrido tal vez más permisivo, el aporte de este tipo de manifestaciones se hace fundamental. No solamente por la representación, sino porque viene desde el poder político, claramente no es lo mismo que la fotografía muestre personas vinculadas con los ejecutivos de diferentes países a que sea la foto de nuestro primo que se casó con su pareja del mismo sexo.
Evidentemente este tipo de manifestaciones cuando provienen desde el lugar del poder proponen una apertura general y social, ya no algo individual. Por nuestras tierras fue necesaria la aprobación de la ley del matrimonio igualitario por nuestras autoridades para que las conciencias que se ofendían en parte puedan descansar y correrse de lo prohibido, lo profano, lo sacrílego, lo inmoral. El proceso es lento, pero resulta muchas veces fundamental que todos podamos VER que las configuraciones históricas de moralidad ya habían desaparecido y nadie se había dado cuenta.
Siempre reconfiguramos y repensamos nuestras realidades y las imágenes propician este recorrido, de la misma manera en que Lucrecia Martel cómo presidenta del jurado del festival de Venecia se niega a aplaudir a Roman Polanski, no por la presentación de J'accuse, su última obra sino por la imagen mental que todos tenemos en nuestra cabeza y que tiene que ver con la acusación de violación a una menor de edad en Estados Unidos por el director en 1977, tomando una posición activa, sentando un precedente y haciéndonos pensar que hacemos nosotros.
La evolución de la conciencia social recibe un fuerte aporte de las imágenes que a veces revelan el síntoma de una sociedad y sus complejidades a la hora de cambiar, de evolucionar de permitir que la vida de las personas pueda ser vivida de la manera que cada uno como individuo deseante lo decida y que eso no va en contra de nadie, sino a favor de todos.
Didi-Huberman se refiere al síntoma: “Esta noción denota por lo menos una doble paradoja, visual y temporal, cuyo interés resulta comprensible para nuestro campo de interrogación sobre las imágenes y el tiempo. La paradoja visual es la de la aparición: un síntoma aparece, un síntoma sobreviene, interrumpe el curso normal de las cosas según una ley —tan soberana como subterránea— que resiste a la observación banal. Lo que la imagen síntoma interrumpe no es otra cosa que el curso normal de la representación. Pero lo que ella contraría, en un sentido lo sostiene: ella podría pensarse bajo el ángulo de un inconsciente de la representación. En cuanto a la paradoja temporal, se habrá reconocido la del anacronismo: un síntoma jamás sobreviene en el momento correcto, aparece siempre a destiempo, como una vieja enfermedad que vuelve a importunar nuestro presente. Y también allí, según una ley que resiste a la observación banal, una ley subterránea que compone duraciones múltiples, tiempos heterogéneos y memorias entrelazadas. Lo que el síntoma tiempo interrumpe no es otra cosa que el curso de la historia cronológica. Pero lo que contraría, también lo sostiene: se lo podría pensar bajo el ángulo de un inconsciente de la historia”.[4]
Lo importante tal vez sea entonces que una vez que vemos, aprendamos, internalicemos, nos formemos como seres humanos y dibujemos la compleja trama social de la cual somos parte desde la aceptación y la diversidad.
[1]Fontcuberta Joan, “Justificación” en La Furia de las imágenes, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2016, p.7
[2]Groys Boris, “la producción de sinceridad” en Volverse Público, Buenos Aires, Caja negra editora, 2014, p.38
[3]Gubern Román, “Imágenes ofensivas, Los meandros de las imágenes” en Patologías de la imagen, Barcelona, Editorial Anagrama, 2004, p12
[4]Didi-Huberman, George, “Apertura, La historia del arte como disciplina anacrónica” en Ante el tiempo, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2011, p 63